Hoy me senté a desayunar en un lugar de mi terraza desde donde pude ver que el Verol negro que Olimpia me dejó en acogida no se estaba muriendo, estaba transformándose para tener un hijo.
Y miré más de cerca, desde la justa distancia donde las cosas, las personas y las emociones se visualizan mejor.
Entonces recordé tantas frases de mi profesión, que yo ya nunca digo porque me parecen un maltrato y una forma de agredir el verdadero estado maternal, ese estado que no olvide nadie (tampoco los políticos), que es el futuro de la humanidad.
Darte y darte, transformarte en esta otra forma que nada tiene que ver con el desgaste, una forma de la cual van a salir todos tus dones a la luz, un mensaje de tu cuerpo pidiéndote que aceptes el trato, el trato que no es un «mal-trato», es un grito de la vida a tu alma que dice «yo te doy un hijo....y tu qué te das?»
Soy dura? Puede, pero más dura es la poca cultura social que hace que te creas que en el parto acaban los miedos, se mantienen los decorados de tu casa como en las revistas y que vas a estar desde que llegues a casa con tu plan, tu pelo, tu dieta, tu descanso, tu familia, tus plantas, tu bebé.....como si ser madre fuera no mover nada.
Se moverá, y salvo que la vida tire su toalla lejos de donde va...tú te vas a transformar.
En algo terrible? No, en ti aprendiendo a ser madre.
Quién te enseñará?
Tu hijo, ese si que sabe de vivir!!! Créase todo lo que le diga! Yo se leer sus ojos!! Hago las cosas a su ritmo, no me creo más lista que ellos.... Y así, en ese instante humilde, todo se hace...un poco más fácil.
Y fácil es entregarse antes de que la vida te entregue ansiosa a una pelea contigo en la que salen salpicados sobre todo tu hijo, tu pareja si la hay y tú.
Yo, hoy desayunando....me planteo.
Quizás sobran plantas y libros que cuidar, mi mochila....mi plan.
Elena Thomsen.