martes, 11 de diciembre de 2012

El acompañamiento en el año de la conciencia.


Da igual si es frente a una cama, un rincón de una sala de partos, un árbol en medio del bosque...
Allí en esa realidad que tu has creado estaré yo acompañándote...si me has elegido.



Cuando soy llamada al encuentro con una mamá que pide la compañía de una Doula, la sensación es de estar siendo empujada por algo mayor yo.
Aunque suene raro describirlo de esta forma...la entrega y la humildad al pie de la cama de la maternidad me hace transparente y ese algo mayor se siente presente guiando mis acciones, mi voz y mi voluntad.

El encuentro siempre es para algo más que lo aparente.

Las primeras mujeres vivían sus embarazos y sus partos cerca de donde había una mujer adiestrada en la maternidad que dirigía al resto de las mujeres a favor del alumbramiento. La mujer que traía la nueva vida no pensaba que tuviera que hacer más que sentir, entregarse, jadear si le apetecía, moverse si quería hacerlo y de la forma que quería hacerlo, temblar si era lo que le tocaba y ser acompañada por los ojos de la mujer experimentada que estaba allí con una mirada que autorizaba a su cerebro más primitivo a volar lejos y perderse en el dolor placentero de su marea hormonal. Eso es lo que había visto siempre y eso es lo que esperaba y reproducía sin más de forma natural al ritmo de su dilatación.
La mujer experimentada con un solo gesto casi imperceptible le transmitía a la mamá parturienta en esos pocos intervalos de lucidez que la dejaban descansar, que todo estaba bien...que podía seguir con su trabajo. La contenía y la mimaba con masajes que bañaba con sus manos calientes y aceites.

Todo esto favorecía que de forma  natural su cerebro más primitivo fuera libre y apoyara la marea que era necesaria para el fluir inconsciente y salvaje del momento..su cerebro troncal, esa parte refleja y profunda dirigían la dilatación y el parto.

El acercamiento previo a una Doula  antes del momento del alumbramiento hace que el mejor aliado, por ser  el único que tiene la llave de ese lugar troncal del cerebro, permita con más facilidad el abordaje  de esta parte  a través de los sentimientos y las emociones libres, sueltas....el limbo..
Es esta  parte límbica emocional y sentida la que abre esa puerta a la parte instintiva y juntas forman el estimulo del coctel del amor.
El mayor desastre de la historia de la humanidad nos llega a través de la forma de nacer cuando empezaron a convencer a la mujer de que debía de prepararse a fondo adquiriendo miles de conocimientos y memorizarlos para ser usados en el parto uno tras otro. Además, en los hospitales empezaron a ocuparse más del nacimiento como algo simplemente orgánico, dejando fuera nuestra historia, nuestro instinto y el nacimiento como integral y fisiológico.
Entonces ese sector moderno, el cerebro frontal o neocortex tomo protagonismo con sus reflexiones constantes de qué estoy haciendo, que me van a hacer y como me tengo que portar..debo ser una buena niña en el paritorio y portarme bien.....mientras tengo miedo al dolor.

Ante este desastre la llegada del bebé se fue complicando cada vez más y los partos y las lactancias fueron cada vez menos conquistados por el coctel hormonal...hasta el punto de ser abandonada la  fisiología sin plantearse la opción de elegir terminar el proceso natural de la llegada de nuestro hij@... ese cachorro prematuro siempre e indefenso que llega sin comprender que esta pasando.
La cadena de los momentos que conforman una llegada de un nuevo cachorro se rompía justo en ese momento..el alumbramiento, cuando el bebé de repente se quedaba solo largos ratos y se alimentaba lejos de su madre sin motivo ninguno de fuerza para ello.
Eran tratados como si hubiesen llegado enfermos a esta vida, metidos en un nido de plástico, y su madre estuviera indispuesta para la vida.
El 2012 que ahora acaba es el año de la conciencia...muchísimas familias buscan otras formas más normales de parir y criar, y esa normalidad la encuentran mirando hacia atrás y encontrándose con sus raíces.... no teniéndole miedo a recuperar los rituales más primitivos.

Las Doulas encontramos en este encuentro el sentido de la vida.