martes, 14 de enero de 2014

Cuéntame otra historia de esas...mamá.

Cenando una noche de "finde" todos nos pusimos a hablar en la sobremesa con velas sobre las mascotas.
A mi hija los Reyes Magos le han traído una pecera y comparábamos las conductas dependiendo de la especie.
Todo ello me hizo recordar a unas gatitas que tuvimos en casa hace ya muchos años...aún mi hija que escuchaba muy pensativa, no había nacido y creo que cualquier historia que empiece con..."tu no habías nacido aún cuando....", la llena de interés.

Y bueno, me apetece compartirla con ustedes. 
Creo que es una buena historia para este mes de Enero ya que queda poco para que empecemos a escuchar la llamada insistente del gato macho buscando a su hembra. 

NAHLA Y SINITA.

Nahla y Sinita eran unas gatitas hermanas. Las adoptamos muy  pequeñas y las llevamos a nuestro hogar que en aquellos años era una casita terrera en una montaña de Guía, Norte de Gran Canaria.
Nahla era una gata atigrada en tonos marrones y grises y Sinita negra y blanca.
Vivían libres de salir o entrar en casa y tenían montañas donde correr y hacer vida felina alrededor. Recuerdo que con un leve silbido desde la puerta de mi casa ellas llegaban corriendo a saber desde que lugar.

Nahla era una gata cazadora, su gesto era controlador, su cuerpo atlético, y me traía casi a diario presas que había cazado poniéndolas en la puerta como un tesoro y creo  que quería que yo me sintiera orgullosa. 
Si yo lo tiraba a la carretera ella lo traía de nuevo...creo que pensaba que yo era una humana muy rara que tiraba sus presas lejos de casa.

Sinita era mas hogareña y mimosa. Muchos decían que para ser un perro solo le faltaba ladrar. Sinita me acompañaba a tirar la basura, se sentaba a mi lado en el camino si me paraba a charlar con algún vecino, me abrazaba con sus dos patitas delanteras y atraía mi atención si algo no iba bien fuera de la casa....era increíble. 

Y bueno, nuestras mascotas se hicieron mayores y llegó el mes de Febrero y quedaron preñadas casi al mismo tiempo. Siempre pensé que el gato que consiguió conquistar a Nahla tenía que ser un gato muy especial...hay hembras muy difíciles de conquistar. Algo así como conquistar a la Diosa Atenea.

Una noche bajo mi cama se oía lamer....y al asomarme de madrugada ahí estaba Nahla con cara de cansada mirándome y cachorros recién paridos a su alrededor. Se había puesto bajo mi cama como lugar elegido para su nido.

Al mirar hacia la puerta allí estaba Sinita. Se quedaba lejos, oliendo las hormonas y respetando el espacio de su hermana con un gesto de paz y a la vez "te ignoro". Giró su cabeza antes que el resto de su cuerpo y se fue. Cada día visitaba la puerta del dormitorio, miraba desde lejos y se iba...cada día igual.

Una semana más tarde Sinita me buscaba con insistencia, bajaba dos o tres escalones al garaje y me miraba, los subía y me miraba, los bajaba y maullaba fuerte, así que me levanté y la seguí....

Quería ir al cuarto de plancha y se subió a uno de los huecos del mueble. 
Allí empezó a empujar toallas al suelo hasta que se hizo un nido, se acostó y dio un gran suspiro de paz. Yo no sabía que hacer, imaginaba que ya había llegado también su momento de parto...su mirada era de no te vayas.
Para saber bien que quería me fui y antes de llegar arriba maullaba desesperada, si me quedaba se callaba, así que cogí una silla y me senté a su lado. 
Y así, yo con mi libro en aquella habitación del sótano y ella en su hueco de toallas...pasamos una hora y media en silencio, penumbra y calor.  
De repente Sinita se levanta y estira su cuello hacia mi...yo le ofrezco mi mano y ella la empuja con el morro hasta  sus patas traseras. Increíble!!! En ese momento empezó a empujar, empujaba apoyándose en mi mano con la que yo hacia la fuerza contraria. Tras varios minutos aparece el primer cachorro! Fue fácil, rápido, como una sardina aceitosa... Sinita lamía el cuerpo de su gatito y se comía la placenta....así hasta cuatro con sus tiempo entre uno y otro. Me parecía así que ya ella había acabado de parir pero no, Sinita se puso muy nerviosa y yo la palpaba buscando su alivio...sin saber nada de esto, sin nunca jamás haber visto parir a una gata...me di cuenta de que había aún un bultito que empujaba queriendo salir. Entonces empecé a masajear la zona hasta que logre junto con Sinita , ya agotada, que expulsara a este último pequeñajo.

Miau! Qué bello momento.

Y ahora quiero contarles que pasó en la maternidad de dos gatas tan diferentes, caracteres muy distintos. 
Observé la conducta de estas hermanas y con el paso de los años he visto muchas mamis mamíferas humanas con comportamientos similares...lo cual, me lleva a un profundo respeto en las formas, siempre que de fondo haya una protección hacia nuestros hijos lleno de amor.

Sinita, cuando a ella le pareció, trasladó cachorro por cachorro su nido hasta el garaje. No se porqué, pero a ella le pareció que era hora de irse a otro lugar quizás con más aire o luz y que no estuviera a un metro del suelo para la autonomía de sus pequeñines. Nahla, que tampoco se había acercado a su hermana en esa semana...había amamantado a sus cachorros a demanda, pero permanecía menos tiempo en su nido del dormitorio...recuerdo que cuando se iba a cazar y sus cachorros llamaban, Sinita levantaba las orejas y se ponía muy tensa hasta que su mamá regresaba.

Entonces, pasó esto tan curioso...
Nahla bajó al garaje y vio el panorama...de inmediato se fue a su nido y empezó a bajar escalera abajo cachorro por cachorro y los metía en la cama nido de Sinita!! Los mezcló a todos y Sinita se acostó a amamantarlos. 
Si, eso hizo. Yo pensaba que los había adoptado porque Nahla se fue una buenas horas de casa, más que ningún día de esa semana. 
Por si esto ya me tenía con la boca abierta, cuando Nahla llegó a casa se acostó en el nido de los cachorros, Sinita se levantó y se estiró como entumecida y se puso a mirar para los pequeños a un metro o dos de distancia, sentada como una estatua...yo creo que no se fiaba del todo de la hermana y lo quería dejar todo bajo control visto por sus propios ojos. ajajaj!!

Entonces Nahla empezó a amamantar y Sinita maullaba alejándose, Nahla maullaba suave, y Sinita parecía que desde el jardín le respondía.

A Sinita le costó unos cuantos día hacer estos turnos con su hermana e irse en paz. Pero los turnos se siguieron haciendo y en perfecto orden aunque Sinita a lo más lejos que llegaba era al jardín.
Nahla había encontrado una forma de ser feliz...teniendo hijos sin dejar de responder a su necesidad de ir a cazar...su hermana le hacia de nodriza, madre de día, gata de acompañamiento...no se como diría un veterinario que se llama esta conducta.

Y aquí acabo por hoy...el relato sigue, pero creo que los más importante que quería transmitir ya lo he escrito.
Hoy he hablado de instinto, de comunicación energética, de amor, de acompañamiento, de amamantamiento y de madres felices que en la Era de hoy si las sientas en un sillón sin salir a cazar....las deprimes.

Gracias por leerme.

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Dedicada a mis hijas Rosa y Clara, que compartieron conmigo estos momentos.